Hebreos 8:10b (NVI) es una promesa maravillosa que Dios nos hace a todos los que ponemos nuestra fe en Él. Esta promesa se extiende a lo largo de toda la Biblia y nos da razones lógicas para atender el llamado de Dios a nuestras vidas.
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- Dios quiere tener una relación personal con nosotros. Él nos creó a su imagen y semejanza para tener comunión con nosotros. La promesa de Hebreos 8:10b nos dice que Dios pondrá sus leyes en nuestras mentes y las escribirá en nuestros corazones, para que seamos su pueblo y él sea nuestro Dios.
- El pecado nos separa de Dios. Todos hemos pecado y hemos caído cortos de la gloria de Dios (Romanos 3:23). Pero gracias a la muerte y resurrección de Jesucristo, podemos ser perdonados y reconciliados con Dios. Al aceptar a Cristo como nuestro Salvador, recibimos el perdón de nuestros pecados y somos restaurados a una relación con Dios.
- Dios nos da su Espíritu Santo para guiarnos. Cuando aceptamos a Cristo, recibimos el Espíritu Santo en nuestras vidas. Él nos guía en la verdad y nos ayuda a entender la Palabra de Dios. La promesa de Hebreos 8:10b nos dice que Dios pondrá sus leyes en nuestras mentes, lo cual es posible gracias al Espíritu Santo que mora en nosotros.
- La Palabra de Dios nos muestra su voluntad. La Biblia es la Palabra de Dios y nos muestra su voluntad. A través de ella, podemos conocer a Dios y entender sus planes para nuestras vidas. La promesa de Hebreos 8:10b nos dice que Dios escribirá sus leyes en nuestros corazones, lo cual es posible gracias a que leemos y meditamos en su Palabra.
- Dios nos ama y quiere lo mejor para nosotros. La promesa de Hebreos 8:10b es una expresión del amor de Dios por nosotros. Él quiere que vivamos en plena comunión con Él y que experimentemos la plenitud de su amor y gracia en nuestras vidas. Al atender el llamado de Dios y seguir su voluntad, estamos aceptando el amor que Él nos tiene y confiando en que Él tiene lo mejor para nosotros.
En conclusión, la promesa de Hebreos 8:10b es una llamado a atender la voz de Dios en nuestras vidas. Él nos ha creado para tener una relación personal con Él, nos ha perdonado y restaurado a través de Jesucristo, nos ha dado su Espíritu Santo y su Palabra para guiarnos, y nos ama incondicionalmente. Al aceptar esta promesa y seguir a Dios, podemos experimentar la plenitud de su amor y gracia en nuestras vidas.